Carpe Diem
Hay días
como una calle entre solares baldíos,
pavimentada y sólo
basuras y maleza a los lados.
Días en que el café y el pan
saben a yeso, a furia seca, a estafa,
ya dispuestos y lanzados desde el periódico
con su político yankee
deteniendo el cortejo
para besar a una niña birmana
o maternalmente calculando votos
mientras acaricia a un negrito en Harlem.
El jugo de naranja como purga
mientras sonríe con sus quince abriles
una gentil culta filósofa etcétera
damita qué asco
y más allá está el Papa declarando
con una perspicacia aturullante
que la situación del mundo es grave.
Atravesar la calle con cuidado
por moderno atavismo,
el mismo gordo vendedor de frutas
con su falsete por lo visto patentado
el vendedor de lotería como una mariposa plañidera
ejercitando su ingenua demagogia
y en la esquina, ya con ojos de camello,
ver otra vez que el Papa
ha prometido orar por las víctimas
del terremoto de Turquía,
y las ganas terribles de gritar ¡mierda todo!
hasta que se nos sosieguen las glándulas y los dientes.
Días como una carretera
bajo el sol, recta, vacía, interminable.
Pasando
Bajo altos edificios
en las aceras
en la algarabía de tomates y repollos
de los mercados
en los elevadores y tranvías
cruzando puentes
contestando a gritos
discutiendo a gritos
llorando a gritos
sintiendo en la garganta y en los sesos
el aguardiente de una cólera terrible,
leyendo diarios o revistas
en consultorios pintados de blanco,
por todos lados, a donde vaya
aquí, allá, siempre he tenido,
tengo en los ojos ante mí
ese color de cuernos negros,
tengo en la boca, siempre
ese sabor a exilio.
Al Comando Israelí que lloró Junto al Muro de las Lamentaciones
Lloras, y eres un hombre, y ese nudo
toca mi corazón y lo desgarra.
Los diez y nueve siglos de camino
fueron piedras con odio y ululato.
Ya casi lo olvidabas. Y ese muro
puso en tu pecho su tremendo dedo.
Ay Israel, Tus ojos desquiciados
de nuevo irguieron sus terribles tallos,
y tus guiñapos y la fe de siglos
hablaron tumultuosos al soldado.
Llora, soldado, que es viril y digno
tu dulce, amargo llanto de victoria.
Junio de 1967
Diálogo en el Bronx
-Y el amor?
-Sí, recuerdo
una cama de hotel
a 6 pisos sobre la calle
contándonos mutuamente
cuándo lo hicimos por primera vez.
Por ahí he de tener su dirección
y viceversa.
-Pero, y la infancia? Es un libro
que todos atesoran.
-Me dieron el paquete.
Caracteres atroces
fueron el silabario.
Era tan tonto que
ni podía reconocer
los errores de imprenta.
Perdí la cuenta de las risotadas.
-Pero hombre, el Ideal,
la Esperanza, la Fe?
-De dónde sacas
esas palabras?
Habrás estado leyendo
un libro lleno de erratas.
La filiación
-¿Ojos?
-Negro pálido.
-¿Domicilio?
-Un poco al Sur de allá
según se llega por la curva.
La flecha del rótulo caído indica el lugar.
-Profesión…
-Especulo con acciones color de jabón aunque espero
que el Gran Resorte supla cierto porcentaje de los
ganchos rotundos pero créanme, fisípedos, pero bueno,
Uds. Comprenden que Afganistán es contagioso y nunca
se sabe…
-¿Raza?
-Yo no contesto preguntas de carácter tan privado.
Sólo diré que aniquilo moscas y otros mamíferos infrascritos.
-Nacionalidad…
-Véase respuesta número Hmm.
Oh no, no es molestia. Cuenten siempre con mi romboide
cooperación.
(Espero haber contestado bien, pues me esforcé en usar
el lenguaje de todos… ¡Ahora a casa, en la calle Próspero
D. Magogo!
Borrador como epitafio
Y, naturalmente, oía
hablar a los mayores.
(Ellos conocen más del mundo. Escucha)
Cuando las señoras se ponían a hablar de pulseras
ellos contaban chismes inauditos
de Mengano, el tesorero.
(Para que veas...)
Y yo aumentaba mi sabiduría.
Se canjeaban consejos
para sobrevivir al Gobierno
y a otras cosas irremediables.
(Recuerda eso).
"Es un hombre admirable. Hizo fortuna
porque trabajaba hasta en domingo".
(Pero si el domingo es un día
en que hasta el sol se levanta refunfuñando.
Bueno, veremos...)
"¡CÓMO ADQUIRIR UNA PERSONALIDAD
ATRACTIVA!"
¡¡Un millón de copias vendidas!!
"CÓMO INFLUENCIAR LOS TIBURONES"
"¡10 CLAVES PARA EL ÉXITO!"
Ni modo, a cambiar de sistema!
(Cuándo terminará este aprendizaje?)
Tuve que renunciar a seguir nuevos cursos
pues me gustaba ver los árboles, la lluvia,
cierto color de ocaso, la sombra con magnolias.
Ahora estoy solo, contento.
En esta oscuridad
no tengo que leer ningún manual,
ni siquiera una letra con el tacto.
Color de exilio (1970)
Sabor a sombra
He tomado parte en sesudas discusiones
sobre si la poesía política
tiene derecho a llamarse poesía
y comido ancas de rana y horrorosos percebes
y panes con miel y toras ácimas
y visto salir el sol y recordar en ese instante
que los poetas lo han llamado el ojo del día
y dorado emperador
y leído deliciosas y cretinas novelas pornográficas
y dramas en que la virtud es recompensada
y me he aburrido de tanto día soleado
y añorado los de lluvia
y tenido diez días seguidos de lluvia
y añorado los soleados
y he hecho cosas indecentes en ciertos parques
y visto caer la noche y tratado de crear una frase nueva
y viajado en auto y en ferrocarril
y comido duraznos y humildes bananos
y dicho: en cuantos lea todo lo del socialismo
podré morirme en paz
y olvídalo de todo con unos vasos de vino
y bañado desnudo en los ríos como un polinesio
y dicho: en cuanto vea todas las películas
de esa famosa actriz podré morirme en paz
y viajado en distintos tipos de aviones
y dicho: ¡la inventiva del hombre blanco!
y he quebrado espejos grandes
y tratado de olvidarme de los días amargos
y dicho: en cuanto pruebe todos los cocteles
podré morirme en paz
y sostenido sin creerlo que los hombres fuertes
tienen poco seso
y lavado mi cuerpo con jabón perfumado
y pisado inmundicias en callejones oscuros
y comprobado que en china el blanco es color de luto
y echado de mi cabeza a escobazos los días amargos
y extasiado con los nombres de las estrellas
altair vega sirio benatsnach zubeneschamali
y dicho: ¡que vida tan rica la mía!
y sonreído de niños descalzos y de vientre hincadas
que se llaman cesar augusto
y visto que soy prácticamente igual a los chinos
y a los negros
y escrito con plumas de ganso
solo por curiosidad
y examinado mi espalda y aun más abajo
en un gran espejo
y examinado mis ojos en un espejo
y visto algo en ellos infinitamente doloroso
y recordado toda mi vida
y visto que no hay nada como el éxtasis negro
de la muerte
y sentado en parques, bajo el viento helado
esperando que llegue
y deseado siempre, con cada latido de mi corazón
la paz que no termina.
Biografías
No logramos nada de conversar con los pescadores
que pasan largas horas atentos,
ni de admirar el estoicismo quieto
de los carteros diligentes.
No logramos nada de beber los filtros deletéreos
de la filosofía.
Ay de los que dieron paz
a cambio de un plato amargo de verdad.
Bienaventurados los que aman la verdad
porque de ellos será un reino estepario.
No logramos nada con entender de causas
y el panteísmo tampoco es una panacea.
Bienaventurados los que saben que lo ignoran todo
porque de ellos será un reino estepario.
No ganamos nada con saber de transcendencia
pues el sufrimiento es algo real.
Felices los que saben que están solos
porque de ellos será una alegría sin llama.
Esperando
El circulo, o lo informe, o
lo que no tiene volumen, pero
que me ofrezca quietud.
Lo imponderable, lo que no tiene dimensiones
pero
que no deje de filtrar ningún recuerdo.
Lo luminoso, plúmbeo, sin que pueda saberlo,
pero que adormezca para siempre
cualquier ansia.
Allí disolveré mi titulo de hombre,
que me hizo candidato para todos los infortunios.
Allí no me agitare con fútiles alegrías
ni con sinceros dolores.
Allí no me olvidare de amar conceptos
y de ser engañado.
Allí mis pasiones se habrán esfumado
y dejaran de zarandearme.
Allí olvidare que el hombre es admirable y perverso
y olvidare mi latitud y el Tiempo.
Mundo de cubos
New York, Mayo de 1962
La noche se escurrió entre los cañones
y subió como una marea.
Del lado de Times Square
el cielo tiene un resplandor de cataclismo
rojizo, apocalíptico.
Ondulantes multitudes pasea
bajo las brillantes marquesinas
muchachas con calcetines poetas barbudos
judíos con fríos espejuelos
hombres de negocio, turistas, marineros.
Muros y cubos, sólidas moles
concreto y ventanas.
Pequeños cubos dentro de los cubos
de un color de ratón corriendo
con su florero y su lámpara de cama.
Un hombre en camiseta fuma
y el humo va a dar a un nervioso
anuncio de neón que no conoce la paz.
Arriba de él se encienden varios cubículos
no lo nota, sigue fumando.
Una mujer se desnuda y desaparece
pero antes ha colgado su ropa en el armario.
Un hombre se asoma a ver
los coches estacionados diez pisos abajo
su amante se le acerca y lo besa en la boca.
Más arriba sólo se ven las lámparas del techo
y la noche de matices expresionistas.
Cubos alargados negros hacia el cielo
interrumpiendo las líneas brillantes de la Osa.
Abajo, en el río de luz de automóviles
están de pie los restaurantes
los bares engullen clientes
los mozos circulan recogiendo ante todo las propinas
la música se abre paso
entre las conversaciones y el humo de cigarrillos
el solitario turista
es abordado por un desconocido que le ofrece
una rubia joven a precios razonables.
En la esquina el joven homosexual
dirige miradas largas y viscosas a los mozalbetes
mientras los anuncios para broncearse la piel
pestañean nerviosamente.
Calle del delirio, de los ojos maquillados, del ruido,
conozco tus puertas tus anuncios tus semáforos
tus cubos de luz tus steaks tus chow mein
tus ladrillos que suben a un cielo Macke.
Cubos entre la red de constelaciones,
qué hace la luna en el borde de aquella azotea.
Las luces de los aviones parpadean
bajo la telaraña de las constelaciones.
Calendario negro (1968)
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