lunes, 6 de octubre de 2014
Las portadas e interiores de Jonás o Líneas en una botella (1980) y de Los Interiores (1973)
miércoles, 24 de septiembre de 2014
Portada de "Los interiores". Edilberto Cardona Bulnes
viernes, 21 de febrero de 2014
Un acercamiento a la poética de Edilberto Cardona Bulnes. José D. López Lazo
Correo electrónico: Jdiomedes61@yahoo.es
2.- ¿Quién miente sobre Lempira?”, San José, Costa Rica, Editorama, 1999.
3.-Agradecimiento muy especial al Lic. Segisfredo Infante que generosamente me facilitó las fotocopias de los dos libros de poesía de Cardona Bulnes.
jueves, 1 de noviembre de 2012
13-IV. Edilberto Cardona Bulnes
viernes, 16 de septiembre de 2011
Final del éxodo. Edilberto Cardona Bulnes.

Mi padre dejó de estar aquí un treinta y uno de marzo.
Se fue en la madrugada y se internó en la tarde.
A las últimas paletadas de tarde quedó un bulto
de nubes que lo tragó la noche.
Le vestí yo. Y mi hermano. Juntos lo pusimos en la caja. Mi madre,
buscó con Cristo una medalla, en cruz, para el pecho, y un velo
para el rostro, en su baúl, y una sábana blanca
que trajo un hondo olor secreto a sacro bosque.
Prendí la cruz en su camisa mía y le enlacé las manos como
lo hacía, dedo a dedo, sin pesares. No hubo menester de cerrarle
los ojos. Ni la boca. La cabeza la dejó, de lado, y el corazón,
oblato…así como si rozara una orilla blanquísima.
Yo no quería abrir la Casa. Salí, dejándola cerrada
a telefonear a mis hermanas. Volví con Ángel. Mandé abrir la fosa.
Hice el altar. Ángel se fue a terminar unos encargos, y, por primera vez,
los tres: mi madre, él, yo, a puertas cerradas, cada quien quedó solo.
Yo hubiera deseado no tener que abrir. Me refugié
en mi corazón, en lo remoto blanco. Y no sé.
Pero tuve que abrir bajo o sobre mi corazón,
ante dios, desde él. Mi madre y yo rezamos solos.
A las tres doblaron. Mamá se sobó la frente, y dijo: “Vaya, pues,
que le vaya bien. Que dios lo bendiga.” Yo le palpé las manos. A las
cuatro fue la Misa. Y el coro del colegio lo subió a una iglesia de música.
Y sin ver aquí seguía yo oyendo en la luz ante el obispo acá a San Mateo.
Llegamos al cementerio. Vi descender la caja, caer la tierra a lo profundo.
Alfredo, un estudiante, como Tobit, agarró la pala, Moncho, y otros hombres,
y las manos sudando fueron como verano victorioso.
Niños aparecieron sembrando flores sobre la tumba alta.
El diez de abril quemé sus últimas cositas: -había ya quemado
su frazadita verde- su camita de ocote, su colchoncito,
su sabanita, su almohada, sus zapatos viejos, sus tres camisas,
su pantalón café, su pailita amarilla, su tacita acua, y su jarrito rojo.
Dos hermanos y yo le dimos fuego. Mi hermana se entró con Juana.
Bertha y yo nos quedamos viendo los últimos carbones.
Y lloramos. No había viento.
Las cenizas quedaron en el patio.
El lunes once di parte de su muerte. -“¿Nombre?”- Rafael.
1890. de Gregoria Cardona y de Lorenzo Andrada.
“¿Profesión?” –Zapatero.- “¿Escolaridad?” –Secundaria.
-“¿Deja bienes?”-… (El me enseñó a servir, a leer, a pensar…
Me dijo ya para morir: “Ya me voy. Me voy al cementerio.
Dios es el creador de todo el universo y de todos los hombres.
He tenido la fortuna de tenerte, que Dios te proteja.” Y viendo a José,
refiriéndose a mí, agregó: “Es tu hermano. Es tu hermano.”
Le pregunté que cómo se sentía, y respondió que bien.
Sólo dos veces lo vi en vida abandonar la cabeza.
Eran las vísperas. Ah, cómo deseaba volver a oírlo conversar,
referir leyendas, historias de caminos, una historia.
Jamás habló mal de nadie y jamás habló mal.
Unos meses antes que le leía no sé a quién y a Char, le dije
por ver si estaba atento, “ ¿Te gustan?” –“Sí, mucho,
los dos son buenos”…No sé si era a Rimbaud.
-“¿Deja bienes?”
… “pero Char es tan denso.”)
-Ninguno. (Eso. Esto.
Este poema es suyo. Pero esto no es nada.) Nada.
Edilberto Cardona Bulnes
Comayagua, 1977.
jueves, 11 de agosto de 2011
21-X. Edilberto Cardona Bulnes
Yo no digo que no haya poesía
de la que vende pan, carne, café,
del conductor a ti,
de ti al peluquero.
Unas palabras que se cruzan.
Una sonrisa.
Un gesto.
O de mi perro a mí. Otras palabras.
Otra sonrisa. Otro gesto. De lo mismo.
Y todo intento por intercomunicárnosla
es de agradecérnoslo,
aunque no cumplido. Lo bueno es
que cada quien hace su amor a su manera
y se lo dice a su manera. Y pueda
que hasta desee decírnoslo. Los gatos
se han de decir amorosos poemas
muy tristes, pero hermosos.
La tristeza es otra índole,
otro semblante, un semblante más,
el hondo, de la alegría,
que es lo otro bello.
Lo bueno el alborozo.
Lo vivo el entusiasmo.
El júbilo lo santo, lo divino.
Por mi parte
yo os agradezco el convite
a la fiesta y al banquete
de vuestra boda, y me alegro
con el gozo de vosotros, y bebo
del vino mejor porque de vosotros ofrecéis
lo mejor. Y gusto de viandas tan suculentas.
De lo que no gustaré, por supuesto, es del beso.
El beso es el peso exacto de dos bocas casándose,
cararéandose, embelesándose, pesándose,
pasándose eternidades.
El beso es de dos.
Nunca de tres.
Y nunca, en ningún beso, hay adulterio.
Esaú y Jacob se enfrentan siempre.
Como barrera enterrada entre los dos
aunque se reconcilien
el disgusto de Esaú subyace,
justo o no, ante el rapto del privilegio
que al descuido mientras anda por el campo
en la alcoba le hace Jacob
para gozarlo solo, suplantándolo.
Os agradezco la invitación. Y os amo.
Amándoos
puedo acompañar vuestro dolor
con el mío,
y puedo hasta contar
de vuestra dicha o desventura
a uno o más amigos,
a uno o más desconocidos,
pero ya la poesía,
la poesía de vuestro dolor,
la poesía de vuestro beso
no la podré contar aunque lo intente
y sufra, y no podré por una razón
muy simple, simplísima:
no es mía.
Entre ellos y yo estáis vosotros,
si lo queréis más íntimo:
tú.
Posición, posesión, poesía.
La poesía es para contarse,
no para contarla.
Poesía de tú a tú.
No condominio de tres.
Es tuya.
Es mía
entre tú y yo,
aunque a mis amigos o a desconocidos
les pueda hablar de ti, de mí, pero no
de lo que nos decimos de un modo u otro,
de lo que oramos en la secretidad íntima,
en el sacro misterio de la cerrada alcoba,
sellada, -sagrario oculto-
es un lenguaje ritual,
místico sacrificio, único, unigénito,
tierra de descalzarse,
tierra de andar descalzo,
sacramento sacramental,
sacramental,
sacramento sólo de nosotros
para nosotros dos
que los dos vamos oficiando,
celebrando, comulgando, descubriendo,
sin acabarlo, sin alcanzarlo,
distinto siempre y el mismo,
intransmisible, intransferible,
inaprehensible, intransustanciable
y posible sólo a una sola voz
en la ceremonia de la sola oración de la pareja,
pero posible medio en un medio
de la unidad.
Otra la palabra.
Otra tu palabra mía, mi palabra tuya.
Y otra su palabra.
Fragmento de
Jonás, fin del mundo o líneas en una botella (1980)
martes, 9 de agosto de 2011
17-V. Edilberto Cardona Bulnes
No me vendéis los ojos, no me perdáis las niñas.
Dejádmelas jugar con las luciérnagas.
Jonás, fin del mundo o líneas en una botella (1980)