Yo no digo que no haya poesía
de la que vende pan, carne, café,
del conductor a ti,
de ti al peluquero.
Unas palabras que se cruzan.
Una sonrisa.
Un gesto.
O de mi perro a mí. Otras palabras.
Otra sonrisa. Otro gesto. De lo mismo.
Y todo intento por intercomunicárnosla
es de agradecérnoslo,
aunque no cumplido. Lo bueno es
que cada quien hace su amor a su manera
y se lo dice a su manera. Y pueda
que hasta desee decírnoslo. Los gatos
se han de decir amorosos poemas
muy tristes, pero hermosos.
La tristeza es otra índole,
otro semblante, un semblante más,
el hondo, de la alegría,
que es lo otro bello.
Lo bueno el alborozo.
Lo vivo el entusiasmo.
El júbilo lo santo, lo divino.
Por mi parte
yo os agradezco el convite
a la fiesta y al banquete
de vuestra boda, y me alegro
con el gozo de vosotros, y bebo
del vino mejor porque de vosotros ofrecéis
lo mejor. Y gusto de viandas tan suculentas.
De lo que no gustaré, por supuesto, es del beso.
El beso es el peso exacto de dos bocas casándose,
cararéandose, embelesándose, pesándose,
pasándose eternidades.
El beso es de dos.
Nunca de tres.
Y nunca, en ningún beso, hay adulterio.
Esaú y Jacob se enfrentan siempre.
Como barrera enterrada entre los dos
aunque se reconcilien
el disgusto de Esaú subyace,
justo o no, ante el rapto del privilegio
que al descuido mientras anda por el campo
en la alcoba le hace Jacob
para gozarlo solo, suplantándolo.
Os agradezco la invitación. Y os amo.
Amándoos
puedo acompañar vuestro dolor
con el mío,
y puedo hasta contar
de vuestra dicha o desventura
a uno o más amigos,
a uno o más desconocidos,
pero ya la poesía,
la poesía de vuestro dolor,
la poesía de vuestro beso
no la podré contar aunque lo intente
y sufra, y no podré por una razón
muy simple, simplísima:
no es mía.
Entre ellos y yo estáis vosotros,
si lo queréis más íntimo:
tú.
Posición, posesión, poesía.
La poesía es para contarse,
no para contarla.
Poesía de tú a tú.
No condominio de tres.
Es tuya.
Es mía
entre tú y yo,
aunque a mis amigos o a desconocidos
les pueda hablar de ti, de mí, pero no
de lo que nos decimos de un modo u otro,
de lo que oramos en la secretidad íntima,
en el sacro misterio de la cerrada alcoba,
sellada, -sagrario oculto-
es un lenguaje ritual,
místico sacrificio, único, unigénito,
tierra de descalzarse,
tierra de andar descalzo,
sacramento sacramental,
sacramental,
sacramento sólo de nosotros
para nosotros dos
que los dos vamos oficiando,
celebrando, comulgando, descubriendo,
sin acabarlo, sin alcanzarlo,
distinto siempre y el mismo,
intransmisible, intransferible,
inaprehensible, intransustanciable
y posible sólo a una sola voz
en la ceremonia de la sola oración de la pareja,
pero posible medio en un medio
de la unidad.
Otra la palabra.
Otra tu palabra mía, mi palabra tuya.
Y otra su palabra.
Fragmento de
Jonás, fin del mundo o líneas en una botella (1980)