domingo, 9 de enero de 2011

Dos poemas de María Eugenia Ramos.

Edgar Ende



Elegía


No mueras,
te amo tanto.
César Vallejo

Aunque sea igual que siempre
y quisiéramos decirle a un ser humano
"hermano, te amo tanto"
cuando ya no puede escucharnos;
aunque la impotencia nos convierta
en árboles vacíos
igual que si un rayo nos tocara,
quién sabe cuánto tiempo
andaremos buscando,
regando los rincones
como si esperáramos
que germinen semillas,
hasta que un día
nos deslumbre la certeza
de que ellos están vivos
y nosotros somos los muertos.



El otro lado del mar

Vos te fuiste en agosto
y no supiste nada de la estrella
que me bañaba por dentro,
ni de las multitudes
que de noche
me quitaban el aire para respirar.

Vos te fuiste en agosto
y me dejaste armando situaciones,
patentando rompecabezas
y resolviendo problemas de ajedrez
para seguir amándote.

Porque creo en mi pueblo
estoy en guerra.
Porque creés en tu pueblo
estás en guerra.
Porque estamos en guerra
me enamoré de tus virtudes
y vos de mis defectos.

Supe
que hacer la revolución
es ser paciente
para anudar
uno tras otro
los recuerdos difusos,
las conversaciones inconclusas,
los silencios rotos,
el agua derramada,
los años perdidos,
la tierna infancia,
el trabajo duro.

El amor.

Simplemente.

Te quiero.
Me da lástima sólo
que no sepás
que con todos mis defectos,
y aunque resulte paradójico,
estoy mucho más cerca
de mi pueblo
para encender las puntas
de su estrella.

Porque ningún sol es el último (1989).

Ver más: El arca